Se van…
Para Margot, Ema y Alfonso
Se van, y dejan la casa poblada de los recuerdos de esos tiempos. Entonces no sabíamos que seríamos viejos. En el comedor tarda en disiparse el aroma de la música que oímos (confieso que entonces no entendí lo que decían las letras y que entenderlas ahora es un regalo inesperado). Esos días éramos dueños de la tarde y de la noche, y la noche se prolongaba semanas. Esos días llegaba a su casa sin avisar y me recibían como si me hubieran estado esperando. Esos días descubrimos el mundo sin dejar nuestros inestables asientos de cojines, pues no teníamos menaje conyugal y otros formalismos. Esos días platicamos hasta quedarnos sin palabras, porque también conocimos el silencio. Esos días perdimos el tiempo tan a gusto y nos dimos el lujo de ignorar que perdíamos el tiempo… Cuando se van y me quedo solo, me pregunto si habré conocido la felicidad…